Vivir en el Pirineo Aragonés

El Pirineo -montañas, nieve, paisajes espectaculares, espacios naturales protegidos- es un rincón de la tierra muy especial, que atrapa y enamora. Es un lugar precioso para vivir y un destino vacacional de muchos turistas nacionales, tanto en invierno cómo en verano, pero el Pirineo sufre dos problemas contrapuestos: la despoblación y la “turistificación”, o dicho de otra manera, una falta de casas y un exceso de viviendas.

Nunca ha sido fácil vivir en El Pirineo: la orografía abrupta, el clima adverso, las tierras pobres, las malas comunicaciones, las grandes distancias y una densidad demográfica ya de por si baja se han combinado con el encogimiento del sector primario y el envejecimiento de la población para culminar en el mismo reto demográfico que padece el resto de la España vaciada. Las cuatro comarcas Pirenaicas Aragonesas (La Jacetania, Alto Gállego, Sobrarbe y La Ribagorza) tienen una superficie combinada de 7.877km2, más grande que el País Vasco (7.230km2) y una población de tan sólo 51.385 personas. A pesar de esta falta alarmante de habitantes, el Pirineo aragonés tiene una cantidad espectacular de viviendas: según los datos del Instituto Aragonés de Estadística (IAEST). en el año 2021, las cuatro comarcas tenían un total de 67.942 viviendas, de las cuales tan sólo 22.181 (un 32,60%) se destinaban a vivienda principal. Es decir, dos terceras partes de las viviendas son de segunda residencia,o están vacías. Poco importa que estés en la turística Jaca, con sus 13.620 habitantes y 16.569 viviendas, o en el para nada turístico pequeño municipio de Mianos con 28 habitantes y 49 viviendas, la proporción está en la misma proporción de 30/35% principales y 70/65% de segunda residencia. Es un mal que afecta a todos por igual.

Digo que nunca ha sido fácil vivir en el Pirineo y, hoy en día, pese a la mejoría de la economía en general, poco ha cambiado. En los últimos cien años, después de pasar por un breve ciclo industrial impulsado por las hidroeléctricas, la especulación inmobiliaria y el turismo de masas, en este caso con especial enfoque en el esquí, se han establecido como las actividades económicas principales. Las grietas de esta fórmula son cada vez más aparentes: la estacionalidad, la precariedad laboral, la falta de vivienda pública, la escalada de precios y la irrupción en el escenario de las VUT están pasando factura al sistema turístico, mientras la falta de población incrementa aún más la estacionalidad, la precariedad, la subida de precios y los recortes en sanidad, educación y transporte que inciden tan negativamente en la vida de los ciudadanos residentes. A veces se viven auténticos dramas, un sólo ejemplo entre muchos sería el caso de la veintena de trabajadores de ARAMON FORMIGAL obligados a vivir en sus furgonetas en el aparcamiento de la estación de esquí a 1.600 m de altitud durante todo el invierno por no encontrar vivienda en la estación,(noticia que salió en los telediarios nacionales a finales de marzo de 2024). Pero la grieta más profunda fue la manifestada por el movimiento para salvar Canal Roya.

En pleno revuelo y rechazo por parte de la ciudadanía del plan del Gobierno de Aragón de unir ASTUN y FORMIGAL mediante un telesilla a través de Canal Roya, en abril 2023 salió la noticia de que se tramitaba la autorización para la construcción de 847 viviendas en la estación de ASTÚN. Los fondos públicos no sólo iban destinados a destrozar el paisaje e ignorar la evidencia del cambio climático, sino que eran para favorecer un modelo de negocio inmobiliario que de ninguna manera servía a los intereses de los habitantes del Pirineo. Se cayó la venda y dejó a la vista las verdaderas intenciones de las autoridades, un momento de inflexión importante con la vivienda en el centro de miras.

Vivimos rodeados de viviendas vacías y caras. En estas comarcas pirenaicas el precio del m2 excede con creces el de las capitales de provincia y hay una falta trasversal de viviendas en alquiler, tanto en pueblos grandes como pequeños. Después de la pandemia creció la demanda entre gente urbana que buscaba establecerse en el Pirineo Aragonés, muchos han traído su propio puesto de trabajo en forma de teletrabajo. Una alcaldesa local me cuenta que cada dos semanas, aproximadamente, recibe una llamada de alguna familia urbana buscando una vivienda de alquiler para iniciar una vida nueva en su pueblo de 523 habitantes y cada dos semanas tiene que decirles que no hay viviendas disponibles. Es terrible, su pueblo cuenta con 556 viviendas en total, 172 son viviendas principales y 384 son de segunda residencia y, a pesar de este exceso de viviendas, el pueblo es incapaz de recibir a los nuevos pobladores que tanto necesita.

La clave está en que al propietario le sale muy barato tener una segunda residencia, por no hablar de una tercera, cuarta o quinta. Es un lujo que no se trata como tal. Actualmente se paga un 2% en el IRPF sobre el valor catastral del recibo del IBI de la segunda residencia, pero este dinero va a las arcas del Estado y no revierte al municipio en el que se encuentra el bien. Tiene que haber un sistema impositivo local, mediante el IBI, tal vez, o quizás mediante las tasas locales, que permita que un ayuntamiento pueda recaudar fondos directamente de las viviendas vacías en su municipio para financiar su propio plan de vivienda asequible para residentes. Imaginemos que el Ayuntamiento de Jaca, por ejemplo, pudiese ingresar unos 200 € adicionales anuales sobre cada una de las 11.029 segundas residencias que tiene en su municipio, tendría fondos suficientes para financiar todo tipo de proyectos de vivienda y conseguir mejorar drásticamente la situación de la ciudadanía, la economía de su municipio y la supervivencia demográfica de la comarca.

El turismo necesita habitantes locales y la vivienda es la palanca de la despoblación. Últimamente se ha puesto el foco en las VUTs, pero no debería de ser así. Limitar los derechos asociados a la propiedad privada y el funcionamiento del “mercado libre” no gusta a los políticos, pero reconocer que los propietarios de más de una vivienda deben pagar de forma proporcional por ello, es fácil de entender. Los ayuntamientos tienen que poner el foco en rentabilizar la vivienda vacía en beneficio de un modelo de vivienda que resulte sostenible para todos. Nunca ha sido fácil vivir en el Pirineo, si no se hace algo pronto, será totalmente imposible.

Peter Rich
Berdún
Agosto 2024

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